Esto iba a ser un comentario en respuesta a los comentarios recibidos por lo sucedido en el blog de Toro, pero prefiero subirlo aquí porque me he extendido en la reflexión y le voy a dar el espacio que le corresponde.
Ayer justamente respondí a una pregunta que me hicieron por faceboock de porqué tenía un blog.
Y eso que podría haber sido una respuesta breve, como por ejemplo “porque me gusta escribir”. Se convirtió en algo mas profundo. En un ejercicio de introspección. Finalmente envié un fragmento de esa enorme respuesta, pero quedé muy movilizada por dentro después de repasar estos cinco años que llevo escribiendo un blog.
Para mi tiene un sentido profundo este hacer de las letras algo cotidiano. No importa si lo que escribo, es bueno, regular o pésimo. No estafo a nadie. Es mío. Y si me atrevo a postearlo ¡Con lo que cuesta a veces subir textos propios donde uno se expone como en una radiografía! Quiero que se sepa que es mío.
Y cuando no lo es, lo digo.
Es que no entiendo subir algo con tu nombre cuando no es tuyo...
¿Me pregunto dónde está el placer? Y la única respuesta que encuentro es la ignorancia, o la necesidad de la mirada del otro. Que por un rato alguien que te lee piense qué bueno lo que se te ocurrió escribir y te halague, porque no va más de ahí. Si te quieren para que escribas un libro se te va a poner difícil.
Sucede que uno a veces se siente identificado muy íntimamente con algunos textos, y ocurre la maravilla. Eso es lo que cuenta. Ese momento de oro es lo que cuenta. Ese placer infinito de ver que el otro miró con arte y pudo expresar gracias a su talento eso mismo que vos viste. Los dos posaron la mirada en lo mismo, hubo un instante mágico. Ese momento en que uno se enamora de un poema, de un cuento, de una pintura, de una película, de una canción es el momento más íntimo que hay entre el artista y el espectador.
Ambos son valiosos y necesarios.
Nadie crea para si mismo, creamos para los otros y nadie puede ser sin la mirada del otro, aunque como dice Sartre por allí, el otro es la mirada del infierno. No importa, esa mirada infernal nos termina de hacer, mal que nos pese. Como nuestra mirada es necesaria para el otro. No hay nada peor que la indiferencia.
Leés algo y pensás: esto tranquilamente lo podría haber escrito yo si tuviera ese talento, porque lo siento, porque lo pienso o porque me fascina, pero lo hizo otra persona, lo creó, salió del talento del otro y me parece sumamente grafiticante reconocerlo.
Me llena de felicidad leer a tantísimos escritores ya sean reconocidos o no, que amplían mi mirada sobre un tema, que me ayudan a crecer, a tener otras visiones, que no encuentro mejor modo que citarlos, es mi humilde reconocimiento.
Mirá, este texto es de Tal, es simple...
Aunque ese Tal sea un ilustre desconocido...No se necesita ser un premio Nóbel en literatura para que sea valioso lo que escribís, es valioso en tanto y en cuanto te sirva a vos y muchísimo mejor si le sirve a quien te lee. Ese momento te comunión es el mas rico para los dos.
Lo demás es plástico.
Cuento una anéctoda de hace un tiempo atrás. Entro a un blog por la recomendación de otro blog que decía no se pierdan a este escritor que es grandioso, decía desde la admiración absoluta, este tipo tiene que publicar lo que escribe y por eso lo mostraba en su blog, alentándolo a mas. Este último blog lo decía con absoluta honestidad. Y tenía razón el escritor era genial. Yo leí un post, luego otro, otro y otro y no encontré nunca que dijera en ninguna parte que esos textos correspondían a Julio Cortázar!!!!
Tranquilo subía a su blog cuentos, fragmentos, delicias de Cortazar y tan contento... Quien no ha leído a Cortázar, como yo no he leído a Hemingway no tiene porqué conocer el paño y puede fascinarse, porque Cortazar fascina. Esto le pasó a esta persona que recomendó el blog desde su sincera admiración. No tenía porqué conocer a Cortázar.
Por supuesto lo puse sobre aviso, y dije en un comentario que los textos allí subidos eran de Julio Cortázar y allí terminó el asunto. Además Cortázar tiene todo registrado y mas tarde o mas temprano alguien se lo iba a decir, yo no descubrí la pólvora!
Pero entre nosotros que somos escritores amateurs en la mayoría, que escribimos porque es nuestro modo de expresión estamos desvalidos ante el plagio.
De modo que cuando hoy vi lo que le había pasado a Toro, no me sorprendió, pero si me dio mucha bronca. Porque me consta lo que cuida sus escritos, el tiempo que les dedica, lo generoso que es con sus textos, lo que ama su espacio y sentí un manoseo injusto con lo que él hace. Lo mismo pasó con Lena el año pasado.
No soy quien para dar consejos, pero siento en lo más profundo de mi ser una enorme necesidad de agradecer la creación del otro, de compartirla con los que quiero, de que se vea su hacer, que se conozca. No cuesta nada, gente.
Es simple. Fácil, redondito y tierno como un bizcocho recién horneado.
Ayer justamente respondí a una pregunta que me hicieron por faceboock de porqué tenía un blog.
Y eso que podría haber sido una respuesta breve, como por ejemplo “porque me gusta escribir”. Se convirtió en algo mas profundo. En un ejercicio de introspección. Finalmente envié un fragmento de esa enorme respuesta, pero quedé muy movilizada por dentro después de repasar estos cinco años que llevo escribiendo un blog.
Para mi tiene un sentido profundo este hacer de las letras algo cotidiano. No importa si lo que escribo, es bueno, regular o pésimo. No estafo a nadie. Es mío. Y si me atrevo a postearlo ¡Con lo que cuesta a veces subir textos propios donde uno se expone como en una radiografía! Quiero que se sepa que es mío.
Y cuando no lo es, lo digo.
Es que no entiendo subir algo con tu nombre cuando no es tuyo...
¿Me pregunto dónde está el placer? Y la única respuesta que encuentro es la ignorancia, o la necesidad de la mirada del otro. Que por un rato alguien que te lee piense qué bueno lo que se te ocurrió escribir y te halague, porque no va más de ahí. Si te quieren para que escribas un libro se te va a poner difícil.
Sucede que uno a veces se siente identificado muy íntimamente con algunos textos, y ocurre la maravilla. Eso es lo que cuenta. Ese momento de oro es lo que cuenta. Ese placer infinito de ver que el otro miró con arte y pudo expresar gracias a su talento eso mismo que vos viste. Los dos posaron la mirada en lo mismo, hubo un instante mágico. Ese momento en que uno se enamora de un poema, de un cuento, de una pintura, de una película, de una canción es el momento más íntimo que hay entre el artista y el espectador.
Ambos son valiosos y necesarios.
Nadie crea para si mismo, creamos para los otros y nadie puede ser sin la mirada del otro, aunque como dice Sartre por allí, el otro es la mirada del infierno. No importa, esa mirada infernal nos termina de hacer, mal que nos pese. Como nuestra mirada es necesaria para el otro. No hay nada peor que la indiferencia.
Leés algo y pensás: esto tranquilamente lo podría haber escrito yo si tuviera ese talento, porque lo siento, porque lo pienso o porque me fascina, pero lo hizo otra persona, lo creó, salió del talento del otro y me parece sumamente grafiticante reconocerlo.
Me llena de felicidad leer a tantísimos escritores ya sean reconocidos o no, que amplían mi mirada sobre un tema, que me ayudan a crecer, a tener otras visiones, que no encuentro mejor modo que citarlos, es mi humilde reconocimiento.
Mirá, este texto es de Tal, es simple...
Aunque ese Tal sea un ilustre desconocido...No se necesita ser un premio Nóbel en literatura para que sea valioso lo que escribís, es valioso en tanto y en cuanto te sirva a vos y muchísimo mejor si le sirve a quien te lee. Ese momento te comunión es el mas rico para los dos.
Lo demás es plástico.
Cuento una anéctoda de hace un tiempo atrás. Entro a un blog por la recomendación de otro blog que decía no se pierdan a este escritor que es grandioso, decía desde la admiración absoluta, este tipo tiene que publicar lo que escribe y por eso lo mostraba en su blog, alentándolo a mas. Este último blog lo decía con absoluta honestidad. Y tenía razón el escritor era genial. Yo leí un post, luego otro, otro y otro y no encontré nunca que dijera en ninguna parte que esos textos correspondían a Julio Cortázar!!!!
Tranquilo subía a su blog cuentos, fragmentos, delicias de Cortazar y tan contento... Quien no ha leído a Cortázar, como yo no he leído a Hemingway no tiene porqué conocer el paño y puede fascinarse, porque Cortazar fascina. Esto le pasó a esta persona que recomendó el blog desde su sincera admiración. No tenía porqué conocer a Cortázar.
Por supuesto lo puse sobre aviso, y dije en un comentario que los textos allí subidos eran de Julio Cortázar y allí terminó el asunto. Además Cortázar tiene todo registrado y mas tarde o mas temprano alguien se lo iba a decir, yo no descubrí la pólvora!
Pero entre nosotros que somos escritores amateurs en la mayoría, que escribimos porque es nuestro modo de expresión estamos desvalidos ante el plagio.
De modo que cuando hoy vi lo que le había pasado a Toro, no me sorprendió, pero si me dio mucha bronca. Porque me consta lo que cuida sus escritos, el tiempo que les dedica, lo generoso que es con sus textos, lo que ama su espacio y sentí un manoseo injusto con lo que él hace. Lo mismo pasó con Lena el año pasado.
No soy quien para dar consejos, pero siento en lo más profundo de mi ser una enorme necesidad de agradecer la creación del otro, de compartirla con los que quiero, de que se vea su hacer, que se conozca. No cuesta nada, gente.
Es simple. Fácil, redondito y tierno como un bizcocho recién horneado.